
El peor daño que se le está infringiendo a la diplomacia internacional de la actualidad, es el recurrente fenómeno de "injerencia" en los asuntos internos de un país. Con suma frecuencia se observa a presidentes de un país, opinando sobre los asuntos de sus vecinos fronterizos, y en muchos casos con comentarios nada constructivos, que acarrean distanciamientos de naciones. Es como que nada les pudiera tapar sus imprudentes bocotas, y pareciera que aún sus manos fueran huecas para frenar la acidez de sus imprudentes improperios.