Angel Paz

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domingo, 13 de marzo de 2011

32. Asunto de dignidad.

Toda llorosa le responde la esposa:llanto de mujer herida.jpg
<<¡Si yo sé que me vas a decir eso, mejor no te hubiera dicho nada!>>.
Paso seguido, el engreído esposo le replica con frases despectivas y algunas cayendo en el terreno de lo denigrante; generando en la sumisa esposa un estado emocional de dignidad herida cuyo mecanismo de defensa, fue el llanto. Esta anécdota verídica, que es incluso cotidiana, degeneró en tan humillante desenlace verbal, por causa de la actitud de entrega de la mujer, que dió la respuesta inapropiada, con la que además entrega en bandeja de plata su dignidad. Eso no es admisible, y es lo que voy a referir en este post.


Una respuesta puede ser inapropiada no sólo por herir sensibilidades ajenas, sino también por exactamente todo lo contrario: es decir, por permitir en su verbo aquellas condiciones que le facilitan a otros el atropello de la dignidad. Por lo que cualquier escenario verbal jamás debe capitular al derecho del respeto propio, y la escogencia de las respuestas debe ser una innegociable postura de exponer con firmeza las convicciones propias, que no tolerará la descalificación denigrante, o la apropiación de cosas que nos pertenezcan por derecho.


dignidad.jpg
Lo inapropiado de la respuesta que dió la esposa aludida como ejemplo anecdótico en la introducción, es que además de expresarle sumisa entrega al marido, le da a entender que está equivocada sin realmente ser esa la verdad, pero la sumisión la hace creer erróneamente que declinar a la verdad será lo mejor para conservar el amor del otro (o las relaciones con el otro país, si estuviéramos hablando de relaciones internacionales). En todo caso, si la persona (en este caso la esposa) ya conoce la actitud altanera del otro (del marido), lo mejor sería ahorrarse palabras mostrándole con el silencio que no vale la pena gastar palabras con alguien que no lo vale o no lo merece, o peor aún por tratarse de una persona carente del mínimo sentido común para entender un punto de vista ajeno.

Una oportuna y muy necesaria aclaratoria: este no es un post que en forma alguna aliente al movimiento feminista, quiero decir, se fundamenta en una escena verídica de la que fuí testigo, pero que en forma alguna pretende plantear el estereotipo que todos los hombres tienen ese comportamiento. De hecho, también lo he presenciado en mujeres que apabullan a sus maridos, e igualmente, son casos circunstanciales, más no estereotipantes de la mujer.

Retomando el tema: Otra actitud sana, si ya estamos al tanto de la altanería de nuestro interlocutor (sea cónyuge, amigo, patrono, o vecino), es previamente advertirle que no toleraremos su grosería, algo como esta respuesta:


<<"Te diré algo que quizás no te agrade, pero en beneficio del acuerdo que se requiere para arreglar este problema, te lo debo decir. Así que te agradezco (o te exijo) por sobre todas las cosas, el respeto a lo que te voy a decir, si aspiras recibir igual respeto">>.



La anterior es simplemente un modelo, que trata de ilustrar una respuesta firme que alerta a nuestro interlocutor la firmeza de lo que decimos, y que no declinaremos a nuestra verdad por el simple hecho de su ignorante intolerancia, o que no permitiremos el usufructo que pretenda hacer de nosotros por las ventajas que pudiera tener, como sería el caso del marido que mantiene la mujer, y quiera usufructuar esa situación para apabullar las convicciones de su esposa.

encarcelado.jpg
Unicamente por problemas de baja estima, o por situaciones como ser prisionero de guerra o encarcelamiento, puede un individuo tolerar abusos a su dignidad. Son los casos en que lo he visto, como en casos de personas que sin tener baja estima, en cambio tienen escasa formación intelectual, y carecen de los argumentos para enfrentar a su agresor.

También se aprecia esta situación de atropello a la dignidad en la relación patrono-empleado, cuando el patrono equivocadamente ejerce su autoridad en el decir "jefe es jefe", es decir, que aún estando equivocado su palabra es ley, lo cual no necesariamente debería ser así porque a diferencia del prisionero de guerra o del convicto agredido por su carcelero, en el empleado no se pierde el libre albedrío de replicarle al patrono exigiendo el recíproco respeto, a expensas incluso del despido, pero perdiendo su trabajo, no perdió su concepto de autoestima. No quiere decir que el empleado deba exponerse a perder su trabajo, sino que el empleado tiene además del derecho, tiene la opción de poder exponer su desacuerdo, quedando a su decisión personal.

enojado.jpgSi tu respuesta fue recibida con intolerancia por tu interlocutor, y éste pretende asumir actitudes de beligerante humillación a tu persona, no puedes caer en el error de permitirle apoderarse de tu derecho al respeto, y con valor debes encararlo firmemente y decirle, algo semejante a esto:


<<"Veo que el hablar contigo, además de imposible, es pura pérdida de tiempo, porque con tu actitud cerrada a mis puntos de vista, no llegaremos a nada, y no pretendas JAMÁS que te ceda la razón, cuando en realidad no la tienes">>.


Tan sencillo como esa respuesta, es así de fácil defender tu dignidad. Es asunto de no perder de vista tu concepto de valoración personal, y agregar además palabras que CATEGÓRICAMENTEDetente allí.jpg expresen que no permitirás abusos a tu persona. No olvides una verdad tristemente elemental: cuando le permites al otro que te humille, éste se acostumbra y te será luego cuesta arriba, el enfrentar o detener esa anormalidad. Como dicen, lo mejor es agarrar con tiempo el asunto, para no permitir absolutamente nada que traspase los límites del respeto. Dar un parado a tiempo, cortésmente pero con firmeza.

Dignidad es respeto. Dignidad es derechos personales. Dignidad es libertad. Dignidad es valor personal. Todo esto es innegociable, pero depende estrictamente de tí. Quede claro que tus derechos los defiendes tú mismo, y si tratas de delegar esa defensa en otro, igual estás vendiendo tu libertad, y no sabes si el remedio sea peor que la enfermedad. La defensa de tu dignidad en mucho tiene que ver con lo que dices o dejas de decir, motivado a intimidación, temor, amenazas, etc.

La idea de este post es que no sientas vergüenza de defender tu verdad, ni te sientas amenazado, porque si por temor declinas a tu verdad, pasas a ser esclavo de la autocompasión y de la humillación del otro. Muy distinto es si te equivocas: en ese caso, expresa que te has equivocado, pero poniendo por delante que reconocer tu error no le da permiso al otro, ni por un mínimo momento, a que te quiera humillar.

El ejercicio humano de la palabra para comunicarnos es un privilegio. Es nuestro derecho. En algunos casos es nuestro deber. Pero, en otros casos es nuestra responsabilidad, queriendo decir con esto último, que somos responsables de las consecuencias de lo que decimos (y de lo que dejamos de decir) en tanto que podemos herir o podemos permitir que nos hieran, y ninguna de esas dos situaciones hirientes es permisible.dignity.jpg




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El autor de este blog, "RECHAZA":

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