Muchos líderes y gobernantes de gran notoriedad histórica, se han arropado con el cliché del juicio de la historia. Se trata de un recurso retórico altamente manipulador de que la política absolverá decisiones y actuaciones de gobernantes, que para el juicio crítico de intelectuales e historiadores, se ven cuestionables en el momento presente.
Además, invocar el juicio de la historia es un recurso simple (“simplón” es un mejor término, de la misma talla de sus ignorantes manipulables) de gobernantes tiranos. Pretende distraer la atención del presente, donde sus actos y omisiones acarrearon consecuencias nocivas para la sociedad. E invita a que se lo juzgue dentro de no se cuántos años, cuando ya se pierde (y/o distorsiona) la memoria colectiva de lo que hizo y su inevitable y lamentable (para el pueblo que lo sufre) fracaso. La verdad es que hay que ser muy miope para invocar el juicio de la historia cuando uno ha tenido un gobierno digno del olvido.
“La historia los juzgará” ha sido una frase que se ha extendido a muchos de los momentos históricos desde la segunda mitad del siglo XX y las décadas que lleva el XXI, puesto que marcó la historia de países desde Chile, hasta otras naciones latinoamericanas como México.
En todas las situaciones se hablan de dilemas y situaciones trascendentales que llevaron a dirigentes políticos, altamente cuestionados, a ser odiados o adorados por sus decisiones polémicas. Porque no se puede negar que pese a su maldad, personajes como Adolf Hitler y Augusto Pinochet, encontraron en la posteridad a ignorantes (por decir menos) que los adoran.
Es un cliché común entre gobernantes y políticos, pronunciada en el clímax de una crisis extrema. Hay diversas variables: “esperamos el juicio de la historia”, “la historia me absolverá” o “busco un lugar en la historia”. Todas tienen en común decir que es mejor olvidarse del hoy. El presente ya no es lo importante, y se relega a un plano secundario (o se trata de acallar); lo importante es cómo seré recordado... y nunca faltan ignorantes que lo crean y vendidos que lo difundan.
La frase ha sido usada por Mussolini y Stalin. En circunstancias más “tropicales”, por Cristina Fernández en Argentina, en medio de sus juicios por corrupción; por Alan García y líderes apristas, antes y después (respectivamente) del suicidio del primero, en circunstancias de su detención por serias acusaciones de corrupción; y por Alberto Fujimori durante los juicios que lo llevaron a prisión.
La frase fue dicha por el presidente de Chile, Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973. Fue durante su último discurso que dirigió al pueblo de su país, antes de ser asesinado en el Palacio de La Moneda, el popular edificio donde se albergan los mandatarios de dicha nación.
Durante aquel discurso que se emitió por Radio Magallanes, Allende mostró su decepción ante los hechos que estaban sucediendo alrededor, razón por la cual se dirigió únicamente a las y los trabajadores de su país, les pidió no rendirse y no dejar morir la semilla de “la consciencia digna”.
Asimismo, destacó que muy poco tenía que decirles a aquellos que “traicionaron” la confianza de la ciudadanía, simplemente mostró un total desagrado por las acciones llevadas a cabo, a lo cual solo apuntó a que “la historia los juzgará.
“[…] porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace mucha horas presente en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando la línea férrea, destruyendo los oleoductos y gaseoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de proceder: estaban comprometidos. La historia los juzgará”, es uno de los fragmentos de dicho discurso.
En los últimos años, presidentes mexicanos han utilizado esas cuatro palabras para señalar el actuar de propios y extraños, especialmente de aquellos que los precedieron o antecedieron en el puesto que actualmente ocupan.
Tal es el caso del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y el ex mandatario Vicente Fox Quesada, quienes han utilizado dicha frase en distintos momentos de su carrera política, inclusive para señalarse entre ellos. Ver detalles acá
Pero quizás el caso más conocido es el de Fidel Castro. Usó la frase “la historia me absolverá” en el juicio que se le siguió por los asaltos de los cuarteles de Moncada y Carlos Manuel Céspedes, en su intento de desestabilizar al gobierno de Cuba.
Fidel se hizo cargo de su propia defensa y cerró su alocusión con este párrafo: “En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no la ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. "Condenadme, no importa, la historia me absolverá”.
Muchos admiradores (ignorantes ilusos) de la revolución cubana consideran la frase un símbolo de la lucha de Fidel Castro, presuntamente reivindicada por el posterior ascenso del que luego protagonizara el gobierno de un violador sistemático de los derechos humanos que lo convirtió, por más de medio siglo, en el líder de la dictadura más larga de la historia del mundo, muy al estilo fascista la cual me atrevo a catalogar como el triángulo diabólico conformado por Castro, Hitler y Mussolini y, a cuya doctrina -practicada por esos tres diabólicos- se ciñeron:
Mussolini resumía al fascismo con una frase: "Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado". Castro dijo lo mismo en 1961: "Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada".
Fuente: https://diariodecuba.com/
Pocas personas saben que la frase de Castro no es original. La pirateó de una versión reducida del alegato de Adolf Hitler en 1924, cuando fue juzgado por el intento de los nazis de dar un golpe de Estado. Cualquier semejanza con Castro no es pura coincidencia.
En 1924 y tras ser detenido por alta traición, el futuro Führer expresó: “aunque nos declareis mil veces, la diosa eterna del juicio final, destruirá la acusación y se sonreirá ante el veredicto del tribunal, porque ella nos absolverá”.
Detenido por esa denuncia, en una cárcel al sur de Alemania, fue que escribió Mi Lucha. Allí se popularizaron sus ideas y salió empoderado, lo que le dio crecimiento público y construyó toda su identidad política.
Casi cuarenta años más tarde, otro líder latinoamericano intentó hacerse eco de aquel joven Castro. El militar venezolano Hugo Chávez Frías intentó dar un golpe de Estado en 1992 y cuando no logró su cometido repitió la famosa frase sabiendo que hacía alusión a la que había dicho Fidel Castro en su momento.
Chávez también estuvo cuatro años detenido y luego volvió como figura pública, se hizo responsable que la salida no era la destitución del poder sino la disputa electoral y, como candidato democrático (sistema al cual sometió con un vil secuestro de las instituciones republicanas), ganó las elecciones de 1998 y generó uno de los movimientos más destacados de la historia moderna de aquel país sudamericano.
No obstante, el régimen chavista trajo a la par de ese brillo (ideológico) internacional, un terriblemente inmerecido empobrecimiento que derivó en la inimaginable emigración de venezolanos, (que en 2024 rondaban los 7,7 millones de emigrantes venezolanos -cifra ACNUR-), los cuales fueron impedidos de votar en las elecciones del 28 de julio del 2024 en clara demostración que en esos regímenes comunistas solo salen beneficiados, los personeros enchufados y aduladores del sistema, por tanto apátridas y traidores (por decir menos).
El juicio de la historia sobre un dictador, es poner sobre la mesa la ahistoricidad de sus acciones y dichos, por ser anacrónicos, extemporáneos, narcisistas, megalómanos y retrógrados (por no extenderme más en sus falencias), encubiertos en una monumental farsa propagandística, y que por ende, van en detrimento del pueblo.
Cristina Kirchner volvió a utilizar una frase similar, pero volviendo a acercarse a Fidel Castro. Al igual que el líder cubano, fue su frase más emblemática en su propia defensa en la Causa Vialidad en la que hoy conocimos los alegatos de la querella. Esta fue en diciembre de 2019 y lo que dijo, parafraseando a Fidel, fue que a ella "a mí me absolvió y me absolverá la historia" y que ahora le tocaría a los jueces que deberán tomar la decisión.
[...] y, es que la mentira tiene patas cortas
Quiero dejar clara mi posición: no es a dictadores (criminales, mafiosos, narcotraficantes) a quienes la historia va a absolver; sino a todas sus víctimas que corajudamente los enfrentaron, y me refiero a todos quienes opinaron (incluso a costo de sus vidas) en su contra en tarea de denuncia, y que fueron vilmente vilipendiados por los fariseicos medios de comunicación aliados y/o vendidos al régimen, con el propósito de desacreditarlos ante la sociedad. Cuando un régimen podrido cae, son esos valientes (insisto: algunos muertos) los que reciben honores (en vida y otros póstumos) reconocimiento y gratitud de una sociedad por la cual se sacrificaron, y cuya imagen real había sido previamente distorsionada y desvirtuada por la tóxica propaganda fascista de un régimen 100% amoral.
Esta publicación es una reflexiva invitación a estar alertas con la indagación de la verdad en cuanto a las acciones y decisiones de los pseudolíderes actuales, que pretendan escudarse en el cliché la historá me absolverá para crear una cortina de humo sobre sus fechorías, lo cual solo puede ocurrir, ante ciudadanos negligentes a la realidad. Valorar además, a todo periodista, escritor o bloguero, que recoja para la posteridad, en escritos valiosos, el registro real de una época. Solo así los delitos de lesa humanidad serán objeto de justas condenas, honrando las víctimas de los mismos.
Fuentes bibliográficas de apoyo:
https://bullardfallaezcurra.com/
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